Se hace camino al andar

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La Declaración de Fuji afirma la dignidad esencial de toda la vida y la divinidad dentro de cada uno de nosotros. ¿Si reconocemos la chispa divina consistentemente y ampliamente, podría esto cambiar la civilización?
Si más y más personas comenzaran a reconocer la divinidad interior en más personas, ¿Cómo sería nuestro mundo global? ¿Cómo serían nuestras interacciones, con nuestro colegas del trabajo, con nuestros compañeros de clase, y durante las interacciones diarias con los seres amados, así también con aquellos a quienes imaginamos como enemigos, si cada vez que nos involucramos con otro lo hiciéramos contemplando esa divinidad interna dentro de cada uno de nosotros?
Al considerar esta enorme pregunta, mi primera respuesta es “no lo puedo ni imaginar”. No teniendo ningún modelo de tal mundo para guiarme, me sorprendo de ese vacío que surge. Y sin embargo, con solo la pregunta, comienzo a imaginarme. Este es el primer paso.
Al prestarle más atención a la pregunta, comienzo a recordar que ya he experimentado este tipo de intercambio, uno en el cual se honra la dignidad esencial. Y he sentido el impacto de haber sentido mi divinidad reflejada hacia mí en momentos en los cuales yo misma me había olvidado, un muy poderoso despertar. Esto trae esperanza… fue una experiencia sentida de saber que la acción de ser testigo de la divinidad interior, si trae de hecho un cambio; crea una apretura, una invitación a recordar el hilo esencial tejido en nosotros.
Sospecho que la esperanza (como una sentida experiencia de saber la divinidad) puedes ser el tipo justo de energía que se necesita para empujarnos hacia adelante… el combustible que nos aliente a comprometernos de divinidad hacia divinidad.
¿Y cómo podemos comunicarnos en esta forma en una experiencia diaria, práctica? Sosteniendo la imagen de la esperanza como un combustible, me imagino que debo primero asegurarme que tengo una forma de sostener mi propio abastecimiento de combustible. Ya sea a través de la meditación, las prácticas de gratitud o de muchas otras formas que me ayuden a recordar mi conexión con mi divinidad, debo consistentemente volver a llenar mi energía a través de la experiencia visceral de esta conexión. Cuando estoy en este lugar de contacto con mi esencia, mis acciones son capaces de tener un impacto más significativo.
¿Y qué es un impacto significativo? Una de las formas más básicas y accesibles de comprender el impacto de reconocer la divinidad es a través actos de amabilidad aleatorios. Si alguna vez has sido parte de un acto de amabilidad, habrás visto como la gente se enciende, … el que da, el que recibe y aun los que están por ahí en la vuelta, observando. ¡Que dicha pura! Esta dicha tiende a crear un ciclo de “pago hacia el futuro” que conduce el impacto aún más.
Y ¿Qué pasarías si los actos se volvieran una forma de ser, una norma, incorporada en nuestra rutina diaria? Hay muchos movimientos que ya apoyan esta dirección: desde colegios que apoyan campañas que “Anímate a involucrarte”, “Cuentas de amabilidades”, también movimientos sociales como “Abrazos gratis”, a numerosas organizaciones que enseñan destrezas como: escuchar desde el corazón, o comunicación compasiva. Estas son todas demostraciones individuales de una creciente cultura que está despertando a la experimentación de nuestra esencia amorosa. Cada uno de ellos determina un camino práctico para continuar creciendo en la dirección de una conexión más profunda y más grande con esta esencia amorosa.
Y hay más… nuestra esencia amorosa es solo una parte de nuestra divinidad. También está eso de una individualidad única, la esencia individual de cada uno ofreciendo su propia contribución al mundo. Es esta diversidad la que crea la textura de la vida rica y multifacética, ¡la dimensionalidad dinámica de la divinidad misma! Es también eso que lucha para integrar las múltiples expresiones de divinidad con nuestra propia experiencia o punto de vista.
Y ¿cómo honrar todos los puntos de vista mientras sostengo la verdad de mi propia expresión de la luz? Esta es la pregunta que la dignidad se hace… el trabajo comienza. Tú importas, yo importo. “Ellos” importan, sin tener en cuenta quienes “ellos” sean… ellos aun “son”. Somos todos en relación con el otro y con el Todo, la fuente de nuestro ser.
“Y”… ese es el punto de conexión… el lugar en el que vive la compasión en mi porque yo conozco el sufrimiento. Es mi sufrimiento, nuestro sufrimiento. “Y” es también el lugar en mí que sabe de la esperanza íntimamente porque estoy conectado con el misterio y el asombro de la divinidad y ¡eso me enciende! “Y” es el lugar a donde tú y yo somos el mismo, y ese mismo es Divino. Este es el lugar a donde vive la dignidad; el lugar a donde sabemos absolutamente la verdad de que todos somos; todos tenemos un valor simplemente por ser. Cuando estoy en este lugar de contacto tanto con mi esencia de humanidad y de esencia de mi divinidad, mis acciones con capaces de tener un impacto más significativo.
¿Y cuál es el camino hacia esta tierra de “Y”? Al considerar mi viaje, recuerdo las palabras de Antonio Machado: “No hay camino, se hace camino al andar.” Así que, ¿Cómo caminar en una dirección hacia la divinidad?
Ya estamos caminando. Pero, ¿en qué dirección vamos? La pregunta: “¿Cómo podría la consideración de la divinidad interior cambiar la civilización?” nos invita a caminar hacia la divinidad mientras nos invita a imaginarla; y este es solo el primer paso. La pregunta es tan simple, y sin embargo, tan asombrosamente sin esfuerzo que crea un espacio para algo nuevo.
Las preguntas son una herramienta fundamental del trabajo interno por esta misma razón. Algo dentro de nosotros quiere una respuesta cuando se la presenta una pregunta; enciende la búsqueda dentro de nosotros y esto es el comienzo de la imaginación.
En el campo de asesoramiento de vida, estamos en una posición única de trabajar justo este tipo de imaginación ya que las personas vienen a nosotros en busca de algo… aunque en muchas formas diversas, en el centro mismo de la búsqueda, la mayoría está buscando sus sentido y su propósito en la vida, su propia y única forma de contribuir al mundo…conocer su propia chispa divina. Esto en general requiere dejar ir aquello que obstaculiza de ver la divinidad que está allí todo el tiempo. Y de esta manera, caminamos con la gente a través de su paisaje para ver qué es lo más fácil de dejar ir (por ejemplo: viejas creencias que no son verdad ahora, emociones suprimidas, etc.) Pero este punto es un lugar delicado de determinar. Cuando confiamos en los tiempos divinos, permitiendo que las cosas se desarrollen sin tratar de forzar a que sucedan, estamos practicando la dignidad al confiar en la chispa divina en nuestro cliente, le permitimos que nos muestre su propio tiempo. Esto puede ser algo tan sencillo como honrar las elecciones del cliente; aun si tengo un punto de vista diferente.
Otra forma práctica de alentar la experiencia de la divinidad interna de simplemente la presunción de la divinidad del otro, y por lo tanto los invitamos a acercarse un pasito más cerca de ella. Por ejemplo, la primera vez que se me solicitó que oficiara en un funeral, mi callado miedo fue: “No puedo hacerlo”. Pero lo hice. Y crecí con esta experiencia. Y continúo creciendo esa parte de mí mismo cada vez que oficio en un funeral, un casamiento, o algún otro ritual que ahora realizo. Alguien presupuso que yo sabía cómo hacerlo, y por lo tanto me pidió que me ocupe. Y camino hacia la divinidad.
De los pasos que he encontrado en mí camino…
Hay trabajo interno. Una vela apagada no puede encender otra vela.
¿Podemos hacer el trabajo que requiere tener nuestra vela encendida?
Hay una presunción de divinidad: la expectativa de que lo divino se manifieste.
¿Podemos invitar a otros a vivir su máxima expresión de divinidad? Simplemente: “Por supuesto, sin duda, tu puedes”, cuando están temerosos de acercarse a su divinidad?
Hay respeto: honrar las elecciones individuales y los muchos “puntos de vista”
¿Podemos decir humildemente a otros: “Gracias por tu contribución” aun cuando esta sea aparentemente tan diferente de la nuestra?
Hay compasión: una experiencia compartida de lo que es ser humano.
¿Podemos recordar las partes de nosotros que son “complicadas” cuando vemos a los otros en sus luchas? Recordar: “Allí, por la gracia de Dios, yo voy”?
Hay esperanza: una experiencia sentida directa del impacto de la divinidad.
¿Podemos recordar que todo está bien, de que podemos confiar que la divinidad siempre está?
Hay imaginación.
¿Podemos invitar a más persona a imaginar un mundo caminando en divinidad?
Y hay más… ¿puedes tu imaginarlo?
En el Infinito amor y la luz,
Diana Burkhalter
Recuerdo mi conexión con la fuente de mi ser, y tengo esperanza.
Recuerdo mi conexión con la humanidad, y soy humilde.
Ahora, ¿Cómo recordar otra vez?
Súmate a la Conversación Global
¡Queremos saber qué piensas!

By: Dianna Burkhalter
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