Hay una inmensa diversidad en todos los aspectos de esta creación y toda esta diversidad ha surgido de UN Espíritu. Las diferentes variedades de plantas, árboles y animales hacen de nuestro mundo un lugar hermoso pero las diferencias entre todos los seres humanos han causado muchas guerras. Toda la violencia y el fanatismo en el mundo de hoy se debe a la falta de una educación amplia, de ideas abiertas. Tenemos que educar a las personas para elevarnos por encima de nuestras diferencias y ver la Unidad en la Diversidad.

En la raíz de cada conflicto entre comunidades existe un limitado sentido de identidad. Cada individuo es mucho más que la suma de identificaciones limitadas como el género, la raza, las castas, la religión y las nacionalidades. Cuando algunos se identifican como pertenecientes a tal secta o religión solamente, se vuelven fanáticos y son la causa de conflictos con otros. La mayor identificación que podemos tener es que somos parte de la Divinidad. Luego, la identidad de ser miembros de una familia global. En esta creación, toda la raza humana está unida.

Mientras que haya un rincón en el mundo en el cual las personas piensen: “Mi religión es mejor que tu religión”, el mundo no puede estar en paz. Lo que necesitamos es una educación multicultural para que los niños crezcan sin prejuicios contra otras comunidades o religiones.

Hay, de hecho, muy pocas personas que son extremistas en el mundo. Sin embrago, la mayoría de las personas que son amantes de la paz son pasivas y están en silencio. Lo que se necesita ahora es el dinamismo de la gente de paz. Debemos unirnos y llevar el mensaje de amor y pertenencia a todo el globo y la Declaración de Fuji es un paso en la dirección correcta. Nosotros, en la Fundación del Arte de Vivir, hemos estado trabajando hacia el ideal de Una Familia Mundial y apoyamos enteramente esta iniciativa para establecer la paz duradera en el planeta.