La Declaración de Fuji nos invita a un “despertar de la chispa divina en el espíritu de la humanidad”. Para mí esto significa el despertar de nuestra compasión humana, nuestra conexión con los demás, y la creatividad necesaria para movernos lejos del precipicio de la devastación global , causado por la ambición, la destrucción ambiental, el militarismo y las armas nucleares; y restaurar nuestro hogar planetario al paraíso que siempre debió haber sido.

La humanidad tiene un desafío como nunca antes, y nuestro futuro, si vamos a tener uno, reside en las semillas de las acciones que tomemos hoy. La inacción no es aceptable. Debemos despertar a quienes somos realmente y a la belleza y la abundancia que somos capaces de crear. Debemos dejar de lado la complacencia y las divisiones que se nos han envuelto y funcionar con todas las diferencias, uniéndonos para construir un hogar pacífico y armonioso sobre la Tierra en el cual la dignidad de cada persona sea reconocida y elevada.

Es tarde , pero no demasiado tarde. El futuro está nublado, pero todavía hay luz. Estamos en serio peligro, pero todavía hay una esperanza. Unámonos, como nos invita la Declaración de Fuji, y construyamos un mundo del cual podamos estar orgullosos de dejar a las futuras generaciones. Este es el noble y gran desafío de nuestro tiempo, y nosotros somos lo privilegiados de estar aquí para aceptar este desafío.